Revisado: Abdelhamid Beyuki

youssef bellahsen

Bancos y sillas del ritual islámico se distribuyen en la puerta de la última familia española residente en la ciudad costera de Rio Martil desde el protectorado Español en el norte de Marruecos. Una cola de marroquíes en la puerta de la casa de la difunta conocida en la ciudad por Anita, hombres y mujeres dan el pésame a su marido y a los hijos de la difunta que responden en árabe, más bien en dariya (dialecto del norte de Marruecos).

Un número importante de mujeres y hombres acompañan en estos momentos tan tristes al marido de la difunta y demás miembros de la familia de la fallecida.
Quien no conoce la ciudad de Martil creería a primera vista que es un funeral islámico. En cambio los asistentes y toda la ciudad de Rio martil sabe que se trata de Anita, una hija más de la ciudad, una cristian martileña muy querida y respetada por todos/as los/as Martileños/as
“Anita Escarsena López”, esposa de Pedro. Españoles cristianos nacidos en Martil. De los pocos que Se negaron a regresar a España después de la independencia de marruecos. No quisieron abandonar su gente, su pueblo y sus tierras. Eran y siguen siendo Martileños antes y después de todo…
La difunta Anita era una señora muy respetada en esta ciudad del norte de marruecos, siempre estaba en el patio de su casa que aún la familia conserva con su construcción arquitectónica de una planta baja, de las pocas casas que todavía resisten rodeadas por edificios altos. Solía responder con voz suave y cariñosa y en perfecto dialecto marroquí del norte de marruecos a los saludos de los vecinos/as, y casi siempre inicia la conversación con la gente preguntando por los asuntos ciudad…
Al pasar por su casa, charlábamos de cosas cotidianas de la vida. Admiraba su árabe con acento español, siempre preguntaba los vecinos sobre cómo les va la vida , sobre sus hijos y amigos, y con una voz llena de ternura respondía a sus preguntas dando las gracias a dios..
Como una Martileña más, amada y querida, Anita seguía los hábitos y los rituales de la sociedad, se mostraba muy interesada por los problemas de sus vecinos, preguntaba siempre sobre su salud, comparte con ellos/as los sentimientos por la pérdida de sus seres queridos.
Así que no es de extrañar que los vecinos de Martil, de la generación actual y de las anteriores, de los pocos que quedan de la suya, haber asistido tristes y en masa a su funeral.

Un gran número de martileños/as, La mayoría musulmanes estuvo en el entierro y el funeral de Anita en el cementerio cristiano de Martíl (otro hito histórico que resiste a la destrucción urbana).
En el cementerio, el sacerdote vio en los ojos de la gente lo mucho que los vecinos de Martil amaba a Anita, la difunta formaba parte de la historia de nuestra ciudad, los asistentes casi todos musulmanes seguían con atención y respeto el sermón cristiano del sacerdote, este sorprendido y emocionado pidió a la multitud al final de las oraciones aplaudir en su memoria y en memoria de esta muestra de amor y convivencia por encima de las religiones…
Anita se fue, y con su desaparición hemos perdido una de las señas de identidad más importantes de nuestra ciudad, se fue dejando un vacío difícil de llenar, se fue una parte importante de nuestra historia, se fue un símbolo más de la convivencia..
Anita se fue y quedaron sus recuerdos y su imagen sentada en la puerta de su casa, recuerdo cuanto disfrutaba conversando con ella, recuerdo las veces que por la mañana me paro a saludarla y preguntarla:
Buenos días Doña Anita, qué tal está usted hoy?
Nuestras más sinceras condolencias a toda la familia por la pérdida de esta maravillosa mujer.

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